Es el miedo al signo, Alejo. No sabes cómo está en todas partes, en todas las vitrinas, en los envoltorios de chocolate o hasta en los sueños, Alejo, en los sueños también está. Tú no sabes que cuando veo al mar estás ahí mirándome, es el signo nuevamente, en cualquier minuto sucumbiré y tú no sabrás, no.
Cómo odio ese orden, por eso no me gusta respirar cerca de ti, me causa tanta melancolía. Debe ser por envidia, Alejo, porque yo corté mis propias alas. Pero mira nada más, todo está tan limpio, eso debe ser, hasta lo que pisas tiene un aroma fresco, eres tal como Abril, un comienzo sin final.
Odié esa noche. El signo nuevamente, ah! ese signo, me molesta tanto como que Loló se coma lo que traigo del almacén y en la mañana no haya mucho de nada. Pero como te decía, Alejo, odié esa noche. No sé si porque me vi como temía, a través de cada palabra que articuló con su dormida lengua luego de mucho alcohol. Yo me vi obligada a decirle que sí, Alejo, me dió miedo ir contra la corriente, tuve que decirle que sí con una nausea atrapada en la garganta, hasta se me notó en las cejas, Alejo, ay, las nauseas de su mirada lastimera, en su mundo, en su escenario, ay, cómo odio ese orden también! El mío, el mismo.
Ay, todas las cosas que digo, todas... "Yo también creo..." ah... esas malditas palabras, Alejo, ¿qué hacer sino decirlas? el sino puede presentarse a través de las vitrinas o de los afiches publicitarios y no quiero que me encuentre sin alas, no. Si yo pudiera ir y ser como ahora... un poco menos conformista, Alejo, eso debe ser, qué tanto miedo puede darme verme ante un espejo en el que mis emociones chocan golpeándome secamente. El signo nuevamente, el sino, el destino y yo envidiando tus alas, Alejo, tal como Abril, sí, la fragancia suya que aún no termina porque aún es otoño.
Y cómo mi boca se mueve sola o mis brazos se mueven solos o mis piernas y nada puedo controlar, nada. No tienes idea, no. Oh, lo siento, de veras que lo siento, decirle eso a Rolo y así, una vez más, lo mismo que me dirás mañana, cuando llegues al mar, ya lo imagino o cada vez que miras mis ojos y piensas, tal como yo, pero no quiero escucharlo. Ya lo escuché cuando mi boca se movió en frente de Rolo. Soy yo mientras me contemplas a través del vidrio, con mi expresión confusa, mientras tú y Rolo observan todos mis movimientos en falso.
Cómo odio ese orden, el de tu cama, el de tus pasos, el de tus alas, el de las cucharaditas que le pones al té.
Te veré mañana sin quererlo realmente, pero no estaré, Alejo, no estaré. Es por eso que te escribo, no quiero ser el juego del sino, no lo quiero, ni caminaré por los pasos del signo. Odio ese orden, no te lo dije como no te dije que lo siento ni a nadie, ni a mí ni a nadie. Por eso no me veré en tu espejo ni en el mío, Alejo, eso es lo que es, no me quiero ver en ningún espejo con esas palabras o con esas noches, ay, ¡qué dolor! y la nausea y hace años en que me dije que mañana no estaría ahí. Será tu mar, tu confusión y será la ventana abierta reflejada en mi espejo, Alejo, y tú reflejado mientras lees este pedazo de papel .
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