Rayueliana.

Te vi y mirabas la portada del libro con aquella mirada
Él la reconoció luego de unos minutos. Estaba sorprendida,
que me dedicaste en Julio. Supe luego de un minuto,
imaginaba que era lo mismo que había sucedido en una historia
cuando tu vista me reconoció, que esa sensación de temblor me
que escribió en un día de invierno sin pena, de esos días
retumbaba en el alma. No pude decirte que había soñado contigo
reflexivos, carentes de algo, ya bastante lejanos. Ella, con
todas aquellas noches, cuando tú buscabas en el cielo nocturno
la misma voz, pero más apagada, le transportaba a algún día
una esperanza, una canción para compartir o un cálido susurro
de Diciembre, cuando aún buscaba su voz hasta debajo de la almohada,
que sentir. Te veías como siempre, pero tenías algo más, algo que me
entre sueños. Sus ojos se balanceaban entre la ventana, evitando
hacía desesperar y esperar que aquel momento no se terminara nunca.
el contacto, él desistió luego de unos segundos. Depositó el libro
Un saludo, un deseo de bienestar permanente que me salió desde un
en la estantería, profirió algunas palabras, que se despedían desde
suspiro, para ti, para mí, para aquel segundo en que te fueras y
un protocolo articulado, ya mencionado en algún día muy perdido,
se quedara prendido en el aire tu aroma, otra vez y otra, mañana,
hace mucho tiempo atrás. Ella se apresuró a decir adiós, una sonrisa
mientras regalas todas mis queridas palabras. Yo también me acordé de
desapercibidamente amarga se precipitó en el último segundo. Él tenía
ti con aquella canción, yo también quise decirte muchas cosas, pero
el alma en calma y sintió una especie de ternura en aquel
ahora estás aquí, pero tan lejos, a kilómetros de mis labios.
minimalista segundo, un esbozo de algún recuerdo perdido entre
Ya no sé qué sentí cuando quise marcharme de allí, tal vez me sentí
las gotas de Abril, pero luego de que escuchó el sonido de sus pasos
como el frío espacio entre las gotas de lluvia que observé desde aquella
alejándose, sus manos temblaron, pero él rió sin entender porqué
banquita, en un día de invierno, un día que ya no sé cuándo fue.
y siguió hurgando entre los libros con pensamientos ahogados en otro lugar…