Ya van a ser las 12, el cielo está nublado para variar, como un algodón compacto y húmedo. El frío me ha calado los huesos durante la última semana, pero sigo sintiendo ese estúpido amor-odio por el clima, por que me duelan los huesos con el aire extremadamente frío de estos días, el dolor de cabeza por el cielo tan brillante y el vaporcito que sale de la boca al hablar y respirar en la madrugada.
Hoy vi el amanecer y las nubes nos regalaban un torbellino de cristales entornazulados a quienes nos atreviesemos a separar por un segundo los ojos del piso. Allá todo es tan calmo y cuando ese cielo es contemplado parece que se siente ese silencio lejano. Las nubes fueron hoy la custodia de otro misterio de esos que traen la esperanza al ser secretos sempiternamente.
Van a ser las 12, medianoche o mediodía en eclipse. Estoy entre beber un café para que se me pase el sueño o darme una ducha, por lo menos mañana ya es viernes y sólo queda un último test. No tengo nada que decir y estoy cansada de ser lo que soy a veces. Me canso cuando grito, chillo o me rio. Me canso de querer hacer literatura hasta de un pájaro podrido o de los caminos que pinta mi sombra. Me canso también de no querer escuchar nada y que todo el mundo se venga encima cuando el clima está tan hermoso y la tarde tan deliciosa como para ir por ahí y querer tener esperanzas de quién-sabe-qué. Me canso de tantas cosas que sólo quiero irme a dormir un rato y mañana no hacer nada más que ir a caminar, escuchar John Coltrane y perder el tiempo de la mejor forma posible. Yo creo que mañana voy a andar seria para compensar el asunto. Qué será, hoy lo pasé bien, pero me siento cansada de pensarlo tanto como algo fatal.
Van a ser las doce y yo creo que mejor dejo de pensar idioteces y me voy a buscar un cigarrillo.
Hoy vi el amanecer y las nubes nos regalaban un torbellino de cristales entornazulados a quienes nos atreviesemos a separar por un segundo los ojos del piso. Allá todo es tan calmo y cuando ese cielo es contemplado parece que se siente ese silencio lejano. Las nubes fueron hoy la custodia de otro misterio de esos que traen la esperanza al ser secretos sempiternamente.
Van a ser las 12, medianoche o mediodía en eclipse. Estoy entre beber un café para que se me pase el sueño o darme una ducha, por lo menos mañana ya es viernes y sólo queda un último test. No tengo nada que decir y estoy cansada de ser lo que soy a veces. Me canso cuando grito, chillo o me rio. Me canso de querer hacer literatura hasta de un pájaro podrido o de los caminos que pinta mi sombra. Me canso también de no querer escuchar nada y que todo el mundo se venga encima cuando el clima está tan hermoso y la tarde tan deliciosa como para ir por ahí y querer tener esperanzas de quién-sabe-qué. Me canso de tantas cosas que sólo quiero irme a dormir un rato y mañana no hacer nada más que ir a caminar, escuchar John Coltrane y perder el tiempo de la mejor forma posible. Yo creo que mañana voy a andar seria para compensar el asunto. Qué será, hoy lo pasé bien, pero me siento cansada de pensarlo tanto como algo fatal.
Van a ser las doce y yo creo que mejor dejo de pensar idioteces y me voy a buscar un cigarrillo.
1 comentario:
Hola.
Transmites mucho cansancio, y es bueno, porque a veces uno no sabe distinguir entre estar cansado y estar aburrido.
Ese paisaje tan plastificado que describes tan bien, me hace imaginar ese límite entre ambas cosas.
Me imagino esa nube de algodón que cuentas, y pienso por estos días en San Luis, que ha llovido pero el cielo se ve hecho de goma... no sé... quizá está hecho de otra cosa.
Das cuenta de tantas cosas que a veces no suelen importar,como el fresco matutino, ese que dices que provoca el vapor que sale de la boca.
Después de leer tu texto, me asomé a la ventana sin intención alguna.
Tal vez me asomé para verificar si había afuera ese inquientante cielo que bellamente describes.
Aquí, serán las 20:00, y créeme: yo también estoy cansado a pesar de no haber hecho mucho el dia de hoy.
Gracias.
Ciao!!!
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