domingo, 16 de agosto de 2009

Zombie. Así se supone que me siento ahora, como una criatura ficticia de las películas gore. El asunto es que se acaba el día y me pregunto si mañana querré volver a comenzar. El siete es mi número, ni mucho ni poco. Lo pienso cuando me pongo un chorro de agua en la frente todas las mañanas, no, no lo del siete. Porqué, me faltan explicaciones para todo en la vida. Mañana iré y no tendré miedo, se le llama miedo, todo el mundo dice que es el miedo, yo no sé, quizás, el aburrimiento, la inseguridad, el jazz cuando es triste y muchas cosas que podrían ser.
Siete. A las siete caía la lluvia contra la ventana demasiado fuerte, es porque es Agosto, que llueve y sale el sol, llueve y sale el sol y así, el cielo no se cansa de su bipolaridad, bah, "cielo lunático".
Esa mañana me sentí como en Abril otra vez, como si fuera Abril, porque Abril y Agosto son mis meses favoritos, siempre sucede algo que no sucede nunca, de todas formas el mes se acaba con la sensación de que algo sucede, es como esperar al tren que está por pasar. Esa mañana sentí algo, como si fuese Abril y yo quisiera no tener miedo o quisiera volver a escuchar jazz triste o quisiera volver a prender el pen-drive y dirigirme hacia donde quiero sin tener miedo, miedo, no sé si se llama miedo, yo no siento miedo, pero supongo que eso es, me siento como entre una especie de espacio pegajoso. Quizás debería despertar mañana y entrar en la corriente de la conciencia, hoy me siento como un zombie o como si tuviera un escudo y las cosas no me chocaran, pero eso a quién le importa, se escribe por el amor a componer frases con el afán de que sean un enigma del pensamiento humano, si lo dijera en un diario o en una enciclopedia sería fácil y tendría una explicación. Me pregunto si no quiero que este aire secreto tenga una explicación para seguir teniendo esperanzas, en nada en especial sino en todo, esperanzas de, esperanzas y miedo, porque el miedo permite que las tardes sean dulces, que las mañanas traigan sorpresas, que las sonrisas vengan de la nada, hasta uno, como un barco en el aire, miedo, yo no sé si llamarle miedo. Llamarle miedo a las cosquillas de la incertidumbre es encerrar un gran secreto en cinco letras, mañana quiero hacer bien las cosas, aunque es tarde, siempre es tarde, siempre se me hace tarde o quizás tengo problemas de concentración, una cosa a la vez, primero mañana, sí, porque quizás mañana me acuerde de cómo mirar los pétalos rosa que anuncían que hay algo más allá de la lluvia que golpea en la ventana a las siete de la mañana.

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