sábado, 10 de abril de 2010

"Se está tan bien aquí, por eso deberías venir. Las dos de la mañana, hace tanto frío sin que aún no se empañen los vidrios. Odio a las mariposas nocturnas que rondan por ahí con su vuelo catastrófico, sus tétricos saltos en el aire, les cierro la ventana a ellas, pero no al aire frío, no me molesta. El cielo está rojo. Rojo. Sudor rojo y beso. Una estrella, dos. Las estrellas no serán jamás como puedo dibujarlas en mi cuaderno cuando no estoy tomando atención a las clases, las estrellas son una roca misteriosamente suspendida en la nada mientras que mi corazón ha dejado de serlo y su sangre caliente se agolpa mientras duermo y adentro llueve. Plac, plac, plac, la lluvia golpea las sábanas, me estremesco. Siempre bajo a la cocina por un último cigarro a solas, buscando, mis ojos e imagino satélites rondando por misteriosas corrientes de aire enviándo impulsos de las pocas palpitaciones que puedo ejecutar en un minuto. Se está tan bien, a pesar de todo. Es la hora, ya son las dos y trece minutos. Demasiado tarde para estar triste o sentirse solo, buena hora para dormir entre tus brazos. Plac, plac, plac, las tristes gotas grises resbalan sus dedos por la ventana, no llueve afuera, no, si lloviera sentiría distinto, buscaría de nuevo mientras camino con los audífonos con esa música, esperando el sonido de mi celular, encontrándome con sorpresas en la calle O'higgins, queriendo tomar helado en días de frío o esperando siempre a visitar ese café de la galeria que siempre me quedo mirando. Tres, cuatro estrellas, siento tus manos, una flor en el pelo, se ha caído un audífono, no importa, el pasto verde, un cigarro menos, las hojas desprendiéndose me golpean la frente a veces como jugando a despertarme, como jugando a distraerme de tus besos. Una ciudad con sorpresas poco probables, mis zapatillas están más gastadas que las novedades y cuando llego a mi casa siento que tuviese los ojos hechos un desastre, pero seguramente fue el mal clima. Se está tan bien aquí, por eso deberías venir."

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