la rutina es un camino santo, sin recovecos ni salvavidas. la mañana, mis mañanas, son mi momento favorito, es imposible resolver nada al despertar, ni más tarde. tantas cosas que hacer. malestares matutinos, me siento, a veces te echo de menos porque tengo 99% más de mundos adentro de los que alcanzan a salir en una risa, en un beso. quizás tú me entiendes.
aliteración empedernida de mariposas bajo la piel, cuando el cielo, casi dulce como la vainilla, se asomaba bajo brisas frías. mi boca acostumbra a hacer mal, mis labios producen dos tipos de eco, la sustancia viene en creer que en tu cuerpo hay más que una caricia, hay algo del lenguaje que quiero oír. si me detengo pierdo el hilo, no hay búsquedas y la tarde carece de susurros. magia le llaman, pero eso es muy efímero también.
no me molestan los cigarros tan temprano. casi siempre sufro de dificultades para deternerme donde quiero. si me quedo con tanta historia que sólo escribir me quedaré muda. probabilidades de haberme equivocado, tantas probabilidades de que siga haciendo tanto frío, tantas probabilidades como de la misteriosa melancolía luego de amar, una niebla gris que empaña las ventanas cuando no se quiere ver más allá de un metro cuadrado. si encuentro más que olas tibias en tu boca, pasadizos momentáneos, no me importa, vuelvo a mi lugar, vuelvo.
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