domingo, 24 de julio de 2011

aunque soy joven algún poco tiempo atrás lo fui muchísimo más, eternidades más joven. por ese tiempo yo era una chiquilla que salía del colegio para entrar en la u y los pájaros cantaban melodías que evocaban cosas de las que aún yo no sabía. cuando aún no conocía el verdadero motivo tras el velo gris del cielo, vagaba por ahí y la lluvia era como mi sombra, como un ángel tosco y melancólico, como una materialización del oscuro porvenir, nostálgico y amarillo, eterno.
ahora soy tan de carne y hueso como no lo he sido nunca. una vagabunda interestelar, de memorias perseverantes. de whiskey cada cuando alcanzan los pesos, triste y mundana. si pudiera volver a ser fresca o joven trazaría diversos caminos y volvería a preguntármelo todo. estamos condenados a recordar, lo estoy yo. si se disfrutó un segundo anterior la nostalgia abrasiva nos pedirá volver a vivirlo. soy el momento en que mi mano se extiende a depositar las sobras del cigarrillo sobre el cenicero y el resto del whiskey que quedó en la mesa, arrepintiéndome al ritmo del jazz y el amananecer. soy quién cree en la poesía cuando soy una ordinaria imagen de aquellas novelas que se ahogan al ritmo de la corriente mental.
eso es, ya no soy joven, sino me ahogo en fines de semana espontáneos, madrugando entre piezas de conversaciones y chistes que aluden a tiempos pasados.
cuando era más joven podría haber trazado otros caminos, pero siempre estoy tan condenada a recordar. tan condenada a recordar.

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