viernes, 30 de diciembre de 2011

in silver rain with a paper key.


echo de menos mi melancolía, pues es mi estado de más alto nivel creativo en cuanto a ensoñaciones de carácter emocional. todo se ve tal como es. no destruyo más hojas de mi cuaderno con ferviente nostalgia de anhelar y palpar. tampoco bebo por alguna otra razón más que beber porque es un momento de relajo. me sigo sentando en la ventanilla en el lado izquierdo del bus cada tarde que vuelvo a casa, porque el sol que se esconde entre el umbral concepción-talcahuano contiene tanta magnificencia que es necesario callar descripciones que no encerrarían el sentimiento.
mis entrañas son como un río tranquilo, claro y fluyente y los domingos soy casi un viejo de las altas montañas que medita sobre los ángeles terrenales, sobre la constitución de los árboles, sobre el misterio del cielo. soy todo aquello, pero no tengo la ferviente melancolía intrínseca, muda, palpitante, amiga de los cielos grises y del eco del ladrido de los perros vagabundos.
no te escondes en el fondo de ningún vaso de whiskey ni en las esquinas de la ciudad. te escondes, sin embargo, en el tiempo. como un torrente de ideales concretados que ni siquiera sé si existieron o no, de tan irreales que me parecen. allí vuelas, riéndote en mi cara, recordándome una ya vieja frase. repercutiendo en tiempos venideros, como un pasajero de memorias en sepia, como un naufrago en la utopía que ha existido alguna vez en este mundo. este mundo que evoca desde su corazón mismo, tibio, tus manos dibujando detalles insignificantes y de tanto valor, en hojas de papel ya rotas, ya recicladas quizás, o desintegradas y amarillentas por la violencia del aire. que evoca uno que otro gesto para enfatizar algún episodio divertido. evocando la longitud de tus pestañas, el sol de verano a contraluz. evocando, nada más.

No hay comentarios: