fue de esas tardes en que la música no me evoca nada, ni tampoco pienso nada. la música es y yo con ella. me gusta caleta andar en bici y esta tarde el sabor de las canciones fueron el mejor viaje.
quiero creer en que no estoy viviendo mal, en que el sol en contra y la sombra intermitente de las alamedas son una razón también para vivir, que el contraste celeste del cielo y el viento con los campos amarillos de verano, con sus cerquitos de alambre surgen gracias a la música y que las brisas ocasionales coinciden con algunas notas de piano.
fue el mejor viaje, porque no me sentí viajando hacia adentro de la conciencia, donde me siento más segura y me vuelvo una mera espectadora, sino parte del olor del aire en verano, de los saboreados recuerdos; antiguos y recientes. mi vida, llena de puntos suspensivos, es un episodio sólido y tranquilo esta tarde, en el que el viejo sol dorado de febrero, fue paciente. será que aquellas son las verdaderas sorpresas? que el pavimento espera a ser pisado furtivamente por los deseos de alguien medio solitario, por los perros vagabundos y las dulces hojas que entregan un sutil aviso de abril.
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