la extraña y hermosa melancolía de tirarse en la cama por la tarde, cuando existe un dolor de cabeza agujereante y una caña que ha venido para quedarse. la persiana, medio cerrada ondea suavemente por el viento que hoy flota tan manso, como susurrando, cómplice de las hojas que bailan y sus zapateos llegan a mis oídos, a mí, que intento dormir y no hay más ruidos, que los ruidos de mis recuerdos perseguidos o aquellos que llegan de pronto y se quedan suspendidos entre la grandeza de la memoria.
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