Uno: dejarse arrastrar hacia el simple abismo infinito del amor, rendirse ante la búsqueda de trascendencia a través del movimiento de los labios en un beso, avergonzarse ante la inmensidad inútil del incomprendimiento del sueño, pintar de anhelos y perfecciones todo lo que es una zona de desperdicios para que luzca paradisiaco y buscar satisfaciendo la sed del soñador.
Dos: adentrarse en la comprensión desencantadora de la vida, tomarse el tiempo para entregarse a los sentimientos más extraviados del cuerpo y de la mente, explorar la esperanza y tomarla como la razón de la existencia, minimizarlo todo para que alcance en la palma de las manos, distanciarse de lo temporal para examinarlo y esperar desnudo ante la incertidumbre.
Aunque nunca escapar.
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