domingo, 30 de noviembre de 2008

Vladimiro.

Ella adopta una expresión introvertida. Es un domingo cualquiera, pero aquí comienza todo. (¿todo?)
- Hey! ¿recuerdas cuando en la mañana te reíste de lo que hice? Dudo que lo recuerdes porque estabas semi-durmiendo.
- Ah, ¿cuando me hablaste y apestabas a cerveza? Sí, algo recuerdo. Tenías olor a viejo de cantina.
- Bueno, sí, ya sabes... Y pobre diablo, já. Dije que estaba borracha para no tener que rendirle cuentas a nadie.
- ¿No estabas borracha ya? Rayos... de todos modos era un cerdo.
- Para ti todos son unos cerdos, incluyendo tus vecinos. El otro día te escuché decir un par de cosas más, ya sabes, mientras se te manchó la camisa con la cerveza. Eres una histérica.
- Oh... claro, puede ser...
- Y ¿qué harás ahora? supongo que no se te ocurrirá pensar hoy, hace mucho calor.
- Y qué te importa a ti eso.
- Bien, pero te diré una cosa antes de que no me importe: no puedes andar por ahí sin un poco de calor, hay que ser así, ya sabes...
- Me cago en ese tipo de cosas, puedes irle a otra persona con esa mierda. Además, será navidad, ya tengo bastante que tragarme. Ahora puedo hablarte de que no tengo mucho tiempo, así que puedes largarte.
- Está bien, quédate ahí con tu porquería. Te volverás loca un día y nada podré hacer por ti.
- Está bien, ya encontrarás algo en qué ocupar tu tiempo.

No hay comentarios: