lunes, 3 de noviembre de 2008

Después de todo.
Los feriados seguirán siempre de color sepia. En la plaza siempre venderán remolinos de viento, los niños corretearán detrás de las palomas, los viejos, que ya han hecho todo en su vida, seguirán tomados de la mano contemplando la tranquilidad de un atardecer, los jóvenes seguirán haciendo amenos ademanes sin entorpecer la armonía del ambiente.
Seguirán existiendo afuera de esta armonía, ruido y personas que se ahogarán en cerveza, personas que no pueden soportar encontrarse con ellas mismas. Seguirán existiendo ilusos, desesperanzados y desesperados, felices e infelices, triunfadores y perdidos sin consuelo, agraciados y mal parecidos. Seguirán existiendo luchadores, optimistas y orgullosos, discretos, vehementes y apasionados, narcisistas y humildes amadores de lo anónimo.
Después de todo, las horas seguirán acabándose, el tiempo no dejará de consumir segundos, los sueños seguirán siendo soñados, los deseos se alejarán tras los que los persiguen y se materializarán cuando aquellos soñadores se hayan cansado y olvidado del asunto.
Después de todo, el tiempo seguirá sin significar nada más que una lenta y oscura cuenta regresiva y nadie tendrá que rendirle cuenta de sus acciones prematuras o tardías.
Pero, después de todo, siempre persistirá ese estremecimiento ante la incertidumbre de cada día. Seguirán con una gota de esperanza los desesperanzados, los narcisistas encontrarán su reflejo y compatibilidad total en otro ser para seguir en su adoración de ellos mismos, los amantes de lo anónimo podrán acurrucarse entre la suavidad de las estaciones, los soñadores despertarán con el anhelo de que aquel sea el día, los ahogados entre el ruido esperarán a mañana para encontrarse de nuevo a sí mismos, los felices apretarán los dientes para que nada se derrumbe y los infelices cruzarán los dedos para tener la fuerza de abrir los ojos y darle una nueva vuelta al mundo.
Después de todo, la música seguirá siendo el consuelo de los desesperados, el puente entre las distancias y la poesía será la miel bajo el sudor, la espera y la desilusión.
Después de todo, las mañanas serán siempre iguales, un consuelo acompañado del frescor de una extensa cantidad de segundos que pueden traer algo nuevo y un tímido rayo que inspire la sed de un nuevo camino para todos por igual.

No hay comentarios: