viernes, 21 de noviembre de 2008

Y a veces no me importa si no te importa.
Y tengo tiempo libre de intermedio para proveerme de fuerza.
Y guardo una esperanza, todavía un capullo.
No es necesario ir al otro lado del mundo para inundarse de ardores multiples.

Es como cortarse el pelo, jugar bajo una caja de cartón o doblar hacia el lado contrario en una congestión automovilística para devolverse a casa.
Cierto.
No sé de esas cosas, pero, mientras pueda hundir la cabeza en el pasto y sentir el viento de golpe en la cara, puedo decir que todo lo mío me pertenecerá y perecerá a lo largo de su permanencia. Sentir en el tacto como ocurre la absorción de los nervios, la sangre y el estremecimiento repentino como lenguaje del alma y esperar un big-bang junto a la carretera.

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