domingo, 19 de abril de 2009

Fecha: Crepúsculo de un Domingo de Abril.

Todos necesitamos algo.
Algunas veces está escondido entre los últimos rayos de luz de un cuarto. A veces se mueve como las partículas de polvo suspendidas y jugueteando entre el aire encerrado.
A veces se esconde entre los columpios olvidados de todos los parques y a veces se cae como las hojas que desisten y se destiñen ante este frío.
Mi perro necesita que le rasque la oreja y la nariz todos los días para correr contento y algunas personas necesitan beber para dejar de recordar. Algunas necesitan soñar y creerle a un destino predeterminado. Algunas necesitan el lenguaje absurdo y misterioso de la vida misma para dar un sentido a todos los pasos que gastan cada día.

Ahora el cielo tiene la piel de un tigre albino y es de terciopelo. A contraluz los estampados de las negras hojas de los árboles se mueven despacio.
El humo del cigarro se desintegra lentamente, hace frío y me siento triste como en las mañanas más frías, como en todas las tardes de Domingo.
Casi termino de escribir mi historia, yo también necesito creer en algo, pues si todo deja de tener sentido entonces no volveré a escuchar el canto secreto de todos los matices de las madrugadas, de las tardes, de las noches.
Porque si todo deja de tener sentido la lluvia sólo me mojará encontrándome desprevenida y el frío será sólo una sensación y los recuerdos serán alimento del tiempo y nada más. Si todo deja de tener sentido, entonces respirar hondo y tragar saliva sólo dolerá y no será un alivio bajo este aleteo de mariposas de agua que se mueven bajo mi piel.

Pero si todo tuviera sentido... entonces...

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