domingo, 19 de abril de 2009

Vuelvo a-ha-ser-lo.
Vuelvo a hacerlo porque siento que los músculos se me congelan y por un segundo el tiempo se detiene y creo tener en la punta de la lengua el significado de este montaje de mala calaña.
Vuelvo a serlo.
Para escuchar la lluvia tan lejana como si estuviera pisándola a altas horas de la madrugada.
Vuelvo a hacerlo para temblar de frío cuando el sol aún calienta, sólo un poco.
Para que la poesía vuelva a tener un significado, un contexto en el que resurga sólo por segundos en que el por-venir se vea húmedo y dulce.
Vuelvo a hacerlo para que el corazón me duela y del dolor vuelva a vivir en la misma palabra, una palabra que significa todo, una palabra que significa lágrimas, amaneceres, miel y ándenes, que significa todo desde el sónido de un lápiz rasgando un papel con prisa hasta los juegos claroscuros de un otoño prematuro.
Y todo me conduce a el mismo lugar, de vuelta, una cachetada de tiempo que me aturde y los significados se resbalan de mis manos y el mismo misterio juega a las escondidas en todas las esquinas de la ciudad.

Pero mi corazón aún hinchado de sangre violeta que se agolpa en un eterno toc-toc, estoy agotada y hoy no quiero jugar.

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