
Hoy para variar vi el amanecer y es que el latido de mi corazón y la sensación de era glacial en mi estómago no me deja dormir con tanto ruido y estrujamiento. Hoy para variar me ardía la garganta a las 7 de la mañana, volví, me acurruqué en mi cama y me tapé con las sábanas hasta la nariz con ganas de dormir y mandarme a a mierda un rato.
Hoy me desperté y mi mamá me habló de las copuchas de la televisión. Sostuve la conversación con reiterados "mmm" y "ah" y de vez en cuando un "sí" o "no" de acuerdo al contexto, a mi boca llena con el desayuno de las tres de la tarde y a mi personalidad de mierda que no sé desde cuándo soy tan mierda, ah debe ser... "No, mamá, no me importa el look de tal o cuál" quise decir, pero dije otra cosa, como siempre. Hoy no tuve hambre ni para cocinarme algo de agrado y eso que cocino bien (ahora que aprendí, claro).
Hoy me puse a jugar otra vez a la realidad y no me resultó. Debí haberme dado por vencida hace rato-días. Me gusta mentirme porque sé que es mentira, pero por lo menos tengo una solución entre los dedos. Hoy de nuevo intenté y quise aprender de la máquina del tiempo. Intento fallido número ¿?. Hoy me hablaron mis amigos con el interrogatorio de rigor. Respondí con mi sonrisa estúpida y dije que todo estaba bien, nada que no pudiese controlar. Hoy decidí que aún no me iré de la ciudad, sino en una semana más, porque.
Hoy me desperté para esperar a que se ocultara el sol y seguir escuchando el ruidoso latido de mi corazón y sentirle más gusto a los cigarros. Hoy de nuevo postergué mi cepillado de cerebro para volver a ver los días como un momento y no como un medio, para ver la realidad como llena de algo nuevo y no como un eco. Hoy me vi al espejo y me volví a ver la cara de póker de todos estos últimos días, destinada cara a ocultar que in fact, i'm dead again.
Hoy me puse a mirar fotografías y me di cuenta de que el único color que existe es el sepia. Recordé que alguna vez no me sentí así, por Junio y reparé en que de nuevo soy la misma tipeja de hace dos años un Febrero en la misma pieza, en la misma situación y con la misma sensación aletargada de una vena que se me está reventando en alguna parte del corazón, cayendo un líquido frío en mi panza intermitentemente por las tardes y por excelencia, en las noches y madrugadas. Hoy día pensé en todo lo que hice para en dos segundos volver a ser la misma.
Hoy dudé de que sirva esperar a que pasé un nuevo tren y me lleve en un viaje interestelar. Hoy en realidad sólo quiero dejar de sentir que las hojas se caen de los árboles cuando todavía no es otoño. Dormir para despertar mañana, dejarlo para mañana mientras se adueñan de mí voces que nunca me han pertenecido. El paso entre la escalera, la puerta y el balancín del patio son un camino en cámara lenta, las cuatro paredes de este lugar están más llenas de melodías que todas las que he escuchado en mi vida. No quiero.
Mañana me despertaré para creer en que es distinto e intentaré volver a soñar como si nunca hubiese vivido, como si nunca se me hubiese roto el corazón luego de parcharlo con tanto tiempo invertido, como si nunca me hubiese tenido que pegar la idea de quién soy en la frente para recordarlo. Mañana estaré vagando sola, quizás por Concepción, mirando el sol que se oculta tras la ventana sucia, con restos de limpiavidrios que nunca fueron removidos con agua y las cortinas con olor a gente. Quizás cuántos han mirado a través de las ventanas y los reflejos en las vitrinas viendo lo mismo que yo. Quizás cuántas veces tus pasos y los míos o los tuyos o los de él se han enrredado mutuamente, siempre separándonos el tiempo. El tiempo. Quizás cuántas veces tenga que volver a sentarme bajo los paraderos esperando a que las gotas caigan y llegue luego el invierno, para no ser nadie entre las nubes, entre la gente, entre los papeles garrapateados de mi cuaderno, entre la poesía, la música, las luces rojas, amarillas, el sónido de las regaderas, el sol frío, las luces de un café a las 7 de la tarde, el chasquido de las bolas de pool, la guitarra de alguna canción y mi misma voz confundida entre los ecos, los libros que guardo en mi bolso para leerlos cuando tenga frío y la causa no sea el clima. Quizás cuántas veces tendré para intentarlo si esta vez lo hice por primera vez y sólo recibo el silencio amable del viento, que por más amable me duele entre los hombros como una escarcha de Abril.
Quizás cuántas veces amanecerá por mi ventana y otras tantas veces te preguntes porqué los cigarrillos se te encienden por la mitad.
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