un 19 de noviembre suena un buen día para comenzar. comenzar, re-comenzar... vaya palabra reciclable cada dos días. vaya ideales reciclables. seguramente, hoy será de esas noches en que no puedo dormir bien porque estoy pensando en todo lo que no hubiese querido hacer, por eso prescripción: evitar dormir aún hasta acumular el suficiente sueño para no pensar nada. he ahí porque me la paso cansada los 365 días del año. ¿hay algo peor? por ahora no, por lo menos, no hasta que esté segura de algo: segura de que he hecho todo bien y para qué estoy con cosas, para ese día falta un largo trayecto de madurez, entre otras cosas que se ponen en los buenos textos de sociedad, psicología, orientación educacional, códigos civiles, etc. bueno, cansada as ever. "qué pasó el lunes?" me digo yo. vamos, si el mundo no se acaba... no se acaba el mundo, se acaban los asuntos menores, se acaban los días fríos, se acaba la buena racha, se acaba la lluvia (que volvió a caer hoy) digamos, todo cíclico siempre no? ciertamente hoy no me hizo bien no salir de mi casa, después de pensármela (y re-pensármela como sólo yo sé hacer) y bueno, con discursos descontextualizados no se llega a ninguna parte. dice la gente ah? nada personal.
ahora, con respecto a estas ideas casi obsesivas con respecto a lo esclavizantemente karmático, pues, de verdad, mi afirmación no puede huir de morir por la boca, así como se comienza a vivir. es como una idea recurrente que tengo, por eso, no voy a decir nada, nada de nada (aunque obviamente terminaré haciéndolo, como es esperable). ¿porqué existirán estos días en que uno se odia, se cae mal? no sé, hoy debí haber pensado con la cabeza antes que con la boca, digamos, mi cerebro como que muy poco utilizado para labores productivas y de calidad pasable de intelectualidad. entre mis pensamientos está como: "por la mierda, ya la cagué" por ende: "aquí muero" y luego: "no, cagué, no hay nada que hacer, shao mañana me quedo aquí, pasado igual". ya, no hay que ser tan pesimista ¿cierto? no hay que ser tan pesimista, no llegemos a esos extremos. nada muy personal eso último tampoco. la opción que me ofrece el porvenir es morir atando cabos sueltos y resolviendo puzzles para el crecimiento espiritual -inservible y poco práctico de acuerdo a mí visión empírica, o sea, siga participando y/o muera en el intento.
2 comentarios:
Recordé a Milán Kundera, recordé a Nietzsche y a la idea que aquél cita, el eterno retorno... Si este mundo, y con ello nuestras vidas y las vidas de los demás y el resto de los hechos y cuánta cosa (todas las cosas) no se repitieran, no tendrían la más mínima importancia. Cómo condenar, cómo arrepentirse, cómo es que duelen cuales y tales cosas si son tan fugaces... Pero supongamos (por un minuto) en la idea del eterno retorno, en la idea de que todo comenzará otra vez y de que todo será esta nueva vez exactamente como es ahora; entonces la vida se vuelve una gran responsabilidad, pero más que eso, le tomamos el peso... porque sólo tenemos esta oportunidad, y lo que hagamos bien o mal ahora se repetirá eternamente...
Es cierto que podemos llegar a conclusiones similares sin pensar en repetición alguna, porque (de todas formas) habiendo una sola vida, esta debe aprovecharse y no descuidarse... pero esta idea es levemente más simple; levemente más liviana; más fácil de olvidar...
Espero no haber molestado.
Saludos, vecina!
como me vas a molestar :) pero es reconfortante esa teoría o no? pero por otro lado, si tuviesemos que pisar en el mismo lugar tendriamos que dejar de crecer y adecuarnos a sortear las pruebas bajo los mismos contextos, lo cual nunca va a ser realmente. A veces creo que reconfortarnos con la esperanza del ciclo se hace de modo que familiarizamos lo que sucede con ecos de sucesos anteriores en donde pudimos haber tomado otra acción, quizás mejor, quizás peor. Pero está lo bueno de pensar en eso, en todas esas posibilidades.
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