te conocí en esos tiempos en que nuestras miradas se esquivaban frente a sospecha de un universo complejo tras nuestros límites físicos y me recordaba a ti alguna canción en un día nublado. a veces lamentaba que fuese momento de despedirnos, aquellas noches de desesperados intercambios de visiones, de sueños, de miedos. y a veces nos íbamos hablando de rayos y de la brisa conmovedora que acaricia a las hojas, del pasado, del día anterior, de si nos quisieramos.
eres gris, marrón, celeste, amarillo. eres los paisajes tras la música de mis viajes y tu voz va dibujando con certeza el aire frío del otoño. y si llueve evoco tus ojos cerrados, la paz en la comisura de tus labios, la tibieza de tu alma comunicándose con la mía a través de un quieto beso, lento. y nos apropiamos del tiempo para alargarlo, tan calmo como todas las vidas que nos hemos esperado.
has dejado tu esencia en los rincones, en las esquinas. más de alguna vez hemos dado un paso en el mismo lugar, escuchando el canto de los pájaros, mirando cómo se pasan bajo nuestros pies las hojas resquebrajadas de abril. hemos añorado la calma entre nuestra loca melancolía, hemos leído la misma línea de aquellas novelas temblando ante la significación. hemos activado nuestra alma quizás bajo la misma canción, esperando un amanecer, esperando sentir cómo la vida se agolpa en nuestro pecho, quedando otra vez en desolación, sin el sonido de nuestras entrañas.
cuando te conocí no sabía que tenía un hogar dentro de ti, no sabía cómo se sentían tus brazos en torno a mí, ni la suavidad de tus palabras depositándose en mis oídos como notas dulces, como noches profundas, como nubes doradas, como un viaje hacia dentro de ti y de mí, ese espacio que conformamos, fuera de todo, sumergidos en todo, flotando entre suspiros y extasiados ante cada encuentro de nuestro pensamiento en comunión con la belleza misma, la simple belleza.
frente a tu presencia el significado explota entre minimalismos de la grandeza, el ocaso se derrama en los edificios para bañar tus ojos de aquel espacio de tu alma en el que puedo quedarme y que los minutos se vayan, que el ruido se vaya, donde no nos dominan porque somos tan amplios como la caída del día.
cariño, sabes? que despertaría para volver a soñar en ti, para dormirme entre toda la magnificencia que construyen tus labios, tu pensamiento, tu existencia. y significas en el oleaje de las hojas en la madrugada y me dejo hundir en el cielo rojo previo a la lluvia sujetándome en tus brazos.
y volvería a conocerte tras las voces opacas frente a la tuya, pues eres el susurro del cielo, de la memoria, de la ciudad, eres la melodía tranquila antes de la tristeza a la que quiero volver, la que he buscado como un juego cada vez, antes de volver a casa y allí has habitado sin que lo supiésemos, en la nostalgia de volver a ti.
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