domingo, 1 de abril de 2012

deslumbrada por la luz plena que se posa suavemente en tu piel de otoño, que siento bajo mis dedos como la brisa fresca que susurra entre los árboles, jugueteando entre las hojas a punto de teñirse de rojizos y de soles.
y tu mirada profunda y sin reservas para abrirse ante mí, la belleza se desborda de tus pupilas, libre e intento contener el movimiento de los árboles, el sonido quejumbroso y dulce de la mañana, los cantos de los pájaros que saludan al cielo y guardarlo todo en mi alma, como entra la tuya, como un río claro a través de nuestros labios.