jueves, 19 de diciembre de 2013

monstruo.

hay una serie de metamorfosis dando tumbos y trastabillándose, atropellándome -no a propósito- hasta surgir dentro de mí un monstruo abstracto, devorador, sediento. ciertamente no quería esta transformación hasta el capullo sólido, para quedarme así. y aunque siempre he podido mantener las voces razonables, ahora el monstruo lo consume y envicia todo. será que la frustración ha enterrado sus raíces tan profundas como una enfermedad sucia. no me duele de belleza, el frío, el temor es grotesco.
estando en estas fauces húmedas, el alma se despedaza y consumo mi vida con cigarrillos y momentos más erráticos cada vez, tratando de hundirme más en las mandíbulas de la muerte espiritual. convivo a lapsos con los deseos ahora ya una niebla de ensueño de lo que alguna vez ha sido el canto de los pájaros.
una y otra vez la persiana se mueve, día tras día, y no alcanzo a divisar mis entrañas pisoteadas por el hedor de lo material, antes de llegar a mi destino cada día. el sol o el olor ambiguo de puerto se confunde con cañerías y barro, polvo y soy cenizas con la esperanza de esas pequeñas chispas que me recuerdan lo que alguna vez fui.
ardor sordo.
y aunque sé lo que quiero no puedo movilizarme, solo observo. quisiera volcarme hacia un viaje crepuscular, tocar el dolor de volverme un despojo. los pájaros, sus voces son grises e invisibles. cómo volver a amar la bondad y a la lluvia? cómo gritar para sacudirme de estas voces turbias? cómo temer del monstruo que habita en las calles sepias de mi alma, para volver a correr por ellas con deseo de algo?

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