miércoles, 3 de diciembre de 2008

Chow Mo Wan.

"Una vez yo me enamoré, nunca supe si ella me amaba. Una vez me construí siguiendo el camino más rápido hacia lo que significa sentirse vivo, tomé el camino más corto para crear un mosaico de todos mis anhelos y los puse en ella. Una vez me enamoré, mucho después de descubrir el amor. El ruido de las canciones y la música tapó mis oídos hacia 1964 y no escuché nada más que el dolor de la electricidad aplicada a los nervios. Más de una vez pedí que me siguieran y le tendí la mano a alguien: sígueme, ven conmigo. Una vez no concebí al amor como algo más allá de una cadena de escenas en las que las coincidencias forzadas y la constitución de mis movimientos fueron protagonistas del palpitar de mi corazón. Yo pensé que esa era la fuerza divina que empujaba las gotas de sudor cuando la besaba, yo pensé que ese era el significado de mi reflejo en sus ojos. Ahora, cuando me veo al espejo, quiero ver que la convicción empuje el sudor de mis poros.
Una vez me sumí en el dolor de no tener preguntas que responder, sólo sentidos que acosaban mi pecho y mi vientre, los dientes de la incertidumbre clavados en mis órganos y peces ondulantes que nadaban en mis venas, todo se caía a pedazos lentos y la contraposición de la alegria y la tristeza eran como dos lunas místicas sobrepuestas en un cielo oscuro. Cada vez que miré mi reflejo en el espejo sólo veía la superficie desierta de las calles en las que sonaba a lo lejos un piano destartalado y había olor al licor de su boca. Una vez me vi en ella, su cuerpo tendido en la cama y las manos bajo su rostro y me pregunté qué esperaba de ella, qué esperaba ella de mí y pareciera que el mundo se dividía en dos y que nada podía tener sentido, que navegaba entre dos corrientes que me dominaban a ratos y no le pedí que me siguiera, no a ella.
Mi paranoina es mi alterego, el golpe magistral que me obliga a ver una pregunta encima de mis ojos, una pregunta que por fin ha dado a luz toda la carne mojada con la sal de mis ojos. No quise rendirla ante el amor standard, no quise seguir otra vez el camino más corto. Si me dejo envolver en otro tiempo, en otro concepto, si logro llenarme de convicción entonces estaré como un cuerpo ante la puerta de la trascendencia, con los ojos abiertos y las manos tendidas hacia el primer amor, la esencia y seré uno, mis sueños e ideales ya no serán excluyentes.
Y si la veo a ella, temblorosa, opuesta al sol, como una sombra que me opaca, daré un paso al lado con los ojos vendados, pues una vez me enamoré, porque una vez me sentí solo, una vez le hice creer junto a mí, un Febrero de 1964, una vez me dejé deslumbrar, me puse de rodillas ante su aliento, ante el olor de su cuello, ante su voz, ante cada primera vez que la vi de cada minuto. Una vez me puse de rodillas ante la simpleza de la cual hasta el vínculo de hierro que se conecta a la razón puede oxidarse."

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