-¿Y esa cara?
-Nada... -se mete en la cama de mala gana mirando hacia la pared- yo sabía que ese tipo resultaría matando a su mejor amigo, nunca le compré que se haya vuelto bueno, maldita sea. Con lo que me cuesta sentir creible a un personaje.
-Ah, sufrimos de falta de compromiso con la ficción... terminó mal la serie al parecer, por eso estás malhumorada...
-No.
-¿Qué tanto escribes en ese cuaderno? -con el dedo busca un número de canal en el control remoto- pareces enojada.
-No es nada.
-Dices eso porque sabes que te preguntaré hasta que me lo digas.
-No... -se pone de pie y se acurruca junto a la ventana revolviendo su bolsillo en busca de un cigarrillo- bueno sí, tienes razón... como siempre... ¿tienes fuego?
-¿Sabes? -pasándole el encendedor y con la boca llena de galletas- debe ser el verano, siempre hay cosas en el aire que nos traen remembranzas, No. No me queda claro si es el olor del aire o el color de las rosas en el jardín.
-Yo sólo huelo el mar. -dice mirando por la ventana que está abierta- A estas horas extraño el mar otra vez, si pudiera estar cerca de él.
-Es como una droga, las olas atraen la mente y la vuelven a tirar lejos sin dejarnos tiempo para que alcancemos a nadar entre la alegria o la tristeza.
-Sí.
(Silencio)
-Oye -reanuda- es que ya no estoy segura del clima de mi alma. A veces en mi mente está asoleado con tendencia a nubosidad parcial y mientras que mi alma está corriendo por la primavera inundada bajo una tormenta de Agosto mis nervios se derriten frente a un tímido sol de otoño.
-La falta de sintonía, la falta de sinfonía.
-Me dan ganas de abrazarte cuando hablas así.
-A mí también.
-Oye... yo no sé, pero no me falta esperanza. Una vez me dijiste que así como yo pensaba en un deseo otra persona también deseaba lo mismo, bajo este mismo cielo, bajo este mismo cielo somos todos niños temblando ante la inmensidad, como tú y como yo.
-Que la espera no te obligue a dejar de amarte a ti misma.
-No. Podemos estar solos porque nos amamos a nosotros mismos. Podemos mirar el techo durante horas y estar cómodos con nosotros mismos. ¿Qué he hecho?
-Has dado un paso adelante.
-Tú también, no dejes de caminar conmigo esta vez...
-Voy moldeando tus pisadas con mis zapatillas.
-A veces pienso en si me he equivocado de camino. ¿Qué sucederá si?
-Llegarás a un nuevo lugar. Yo estoy aquí, aunque me hayan tratado de echar para atrás: dando un paso atrás pude avanzar mil. Ahora estamos aquí y el aire huele fresco, huele a mar.
-Me siento melancólica a estas horas, pero no tengo miedo, me refresca y me hace palpitar más fuerte el corazón esta sensación. Rayos... ¿qué haré cuando quieras estar en otro lugar? Espera. Lo mismo que he hecho siempre. Me siento macabramente bien cuando siento que puedo adivinar el futuro por algunos segundos.
-Y eres también una maldita sadomasoquista sentimental.
-Sí, también. -suspira -No sé cómo terminar... hoy no me siento particularmente filosófica... ¿me darás una buena frase?
-Sí. -sonrie- Sólo si vienes pronto a dormir.
-Nada... -se mete en la cama de mala gana mirando hacia la pared- yo sabía que ese tipo resultaría matando a su mejor amigo, nunca le compré que se haya vuelto bueno, maldita sea. Con lo que me cuesta sentir creible a un personaje.
-Ah, sufrimos de falta de compromiso con la ficción... terminó mal la serie al parecer, por eso estás malhumorada...
-No.
-¿Qué tanto escribes en ese cuaderno? -con el dedo busca un número de canal en el control remoto- pareces enojada.
-No es nada.
-Dices eso porque sabes que te preguntaré hasta que me lo digas.
-No... -se pone de pie y se acurruca junto a la ventana revolviendo su bolsillo en busca de un cigarrillo- bueno sí, tienes razón... como siempre... ¿tienes fuego?
-¿Sabes? -pasándole el encendedor y con la boca llena de galletas- debe ser el verano, siempre hay cosas en el aire que nos traen remembranzas, No. No me queda claro si es el olor del aire o el color de las rosas en el jardín.
-Yo sólo huelo el mar. -dice mirando por la ventana que está abierta- A estas horas extraño el mar otra vez, si pudiera estar cerca de él.
-Es como una droga, las olas atraen la mente y la vuelven a tirar lejos sin dejarnos tiempo para que alcancemos a nadar entre la alegria o la tristeza.
-Sí.
(Silencio)
-Oye -reanuda- es que ya no estoy segura del clima de mi alma. A veces en mi mente está asoleado con tendencia a nubosidad parcial y mientras que mi alma está corriendo por la primavera inundada bajo una tormenta de Agosto mis nervios se derriten frente a un tímido sol de otoño.
-La falta de sintonía, la falta de sinfonía.
-Me dan ganas de abrazarte cuando hablas así.
-A mí también.
-Oye... yo no sé, pero no me falta esperanza. Una vez me dijiste que así como yo pensaba en un deseo otra persona también deseaba lo mismo, bajo este mismo cielo, bajo este mismo cielo somos todos niños temblando ante la inmensidad, como tú y como yo.
-Que la espera no te obligue a dejar de amarte a ti misma.
-No. Podemos estar solos porque nos amamos a nosotros mismos. Podemos mirar el techo durante horas y estar cómodos con nosotros mismos. ¿Qué he hecho?
-Has dado un paso adelante.
-Tú también, no dejes de caminar conmigo esta vez...
-Voy moldeando tus pisadas con mis zapatillas.
-A veces pienso en si me he equivocado de camino. ¿Qué sucederá si?
-Llegarás a un nuevo lugar. Yo estoy aquí, aunque me hayan tratado de echar para atrás: dando un paso atrás pude avanzar mil. Ahora estamos aquí y el aire huele fresco, huele a mar.
-Me siento melancólica a estas horas, pero no tengo miedo, me refresca y me hace palpitar más fuerte el corazón esta sensación. Rayos... ¿qué haré cuando quieras estar en otro lugar? Espera. Lo mismo que he hecho siempre. Me siento macabramente bien cuando siento que puedo adivinar el futuro por algunos segundos.
-Y eres también una maldita sadomasoquista sentimental.
-Sí, también. -suspira -No sé cómo terminar... hoy no me siento particularmente filosófica... ¿me darás una buena frase?
-Sí. -sonrie- Sólo si vienes pronto a dormir.
1 comentario:
bibianosa, si estuviera en conce escribiriamos este maldito guión juntos fumando con las gafas enterradas en la nariz mirando al sol de la tarde, como estornudando por el cosquilleo y dejando los moquitos encima de los diálogos entre Pamela y Paula.
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