viernes, 16 de enero de 2009

La buena vida y la poca vergüenza.

Lo peor son las resacas y lo mejor son los recuerdos de las resacas vencidas. Estoy haciendo lo posible por beberme el vaso de a poco, seguro que si me apresuro -debido a los 40 grados que hay acá adentro- no podré ver por donde me voy. La última vez que no vi por donde me iba fue desastrozo, son de ese tipo de recuerdos que, como humanos buscadores de tranquilidad mental, (eso creo) eliminamos, -como dijo una profe en una clase- aunque eso no es tan cierto, porque la verdad es que si pudiera olvidar todo lo que me sabe amargo no podría escribir nada ni escuchar música depresiva ni a Turner Cody mientras me invento nostalgias.
Y ahí estoy yo, sentada entre gente ebria una vez más, hasta el saxofonista hace unos extraños pasos de baile que son entre cueca de viejito borracho y cumbia de viejito borracho con bronceado de cantina, fermentando uvas rancias. Esta es la hora en que los vecinos de la mesa 16 se paran encima de la mesa y agarran cualquier pedazo de carne femenino que esté al alcance. No puedo hacer nada heroico para salvar a la mesera de ese mar de pirañas con olor a piscola más que mirar por encima de la cabeza del típico tipejo que está hablándome a unos centímetros. Me siento absolutamente y orgullosamente huraña, esa manía de algunas personas de sentirse interesantes por el sólo hecho de ignorar o ser ignorados y la verdad es que no estoy pensando nada interesante, estoy jugando a sentirme como un viejo arribista y verde y me doy asco y me doy risa, nada que pueda ser reconocido por el premiaje nobel.
-¿Ese trago es de limón de pica? -ahí va preguntando ese idiota que quiere demostrar saberlo todo.
-No sé.
-No es de pica.
-Bueno, te dije que no sabía. Si sabes no tienes para qué preguntar.
-Ah, eres una mala catadora de tragos, jajaja.
"Y tú eres un maldito enfermo por catar la cabeza de los demás."
-Jajaja, sí, qué divertido ¿no? olvidar de qué está hecho el trago es demasiado trascendental.
No es mi culpa que esté acordándome de todo ahora, todo es culpa de mi sentimentalismo nocturno. Estoy en la vejez, metiéndole una bolsa vieja de té a la taza para teñirla de rojo, de a poco, como pétalos transparentes que suavizan el oscuro fondo con olor a Carolina Herrera (quién sabe porqué). Me alimento de todos los aromas que vuelan en el aire para evocar lo imposible e inventar finales alternativos, es el mejor pasatiempo. A veces por las noches elijo un tema y comienzo a imaginar historias que se ven reales, la idea es más tarde soñar con todo aquello que convoqué a través de la bruma de las cortinas y de la luna, del olor de las sábanas y del frío del sueño que irrumpe en la pista.
-Y así. Yo no necesito nada para atraerme unas chicas guapas de 20 a 25 años.
"De 20 a 25 años mayor...?"
-Me imagino.
-Es cosa de que le diga a la mesera, mira, mira: "eres la cosa más linda del lugar".
La mesera tiene una mueca de asco atrapada en la sonrisa. Se da vuelta de inmediato.
-En fin. ¿Cuánto es la cuenta? 75.000, ya, oye tú, escribe el cheque porque no veo nada y otro whiskey por favor, salud! por mi madre, por mi padre, sí, mi padre era tan bueno y yo soy un cerdo, un cerdo, mírame aquí, yo que nunca pensé que estaría aquí gastándome lo que quiero cuando quiero, nadie me detendrá, mi padre debe estar orgulloso de mí.
-Sí, bueno, pero no hace falta llorar...
-No si no lloro, no me siento orgulloso, me siento orgulloso adentro, pero no es orgullo, es algo como el orgullo, pero es más como humildad, yo siempre fui menos, pero ahora soy el que lleva todo acá y por eso estoy orgulloso de mí.
-Sí, bueno, toma una servilleta. Me parece interesante, muy bien, algún día escribiré alguna cosilla. Sí, gracias, pero no llores. sécate con la servilleta.
Y ahora, en mis entrañas tengo un dolor adictivo, es como la adrenalina que me hace temblar y sonrrojar, me siento sobria por dos segundos y melancólica otros 79 segundos en los que alcanzo a montar una escena mientras enciendo otro cigarrillo -otro más- y se enciende por la mitad.
-Cuentos de gente que necesita sentirse querido.
-Qué inteligente.
La función está punto de comenzar, es el mareo. Ah! maldito malibú con su sabor a coco, el sabor a coco siempre me hace estremecer y sentirme feliz. Maldito cigarro que no quiere prenderse, vete al demonio, me quemé la mano, se siente como dormir en el sol, se siente como hundirse imaginariamente en tu pelo que no existe, que para mí no existe, una simple chica con sabor a limón y malibú en los labios, soñando en un velero hacia la luna y pisando otros edenes.Y no es mi culpa que tus cigarros se enciendan por la mitad, no es mi culpa. Es la culpa de la noche o mejor dicho, de la suavidad del aire de verano, ese aire de terciopelo púrpura, ese aroma empalagoso de un beso, el compás ebrio de la música en mis oidos, el brillo labial con sabor a vainilla, el amor amor de Cacharel y mis sentidos afinados al 0.576%. El rincón más remoto y sucio de blancura de lo que se llama ser humano, El pozo más hondo y antiguo en el que cae cada día, cada noche, cada caricia, cada lágrima...
-Oye, vamos a tener que llevar a este tipejo a su casa, qué rayos, se tomó hasta el agua del florero.
-Ayúdame un poco que sino vamos a llegar tarde a bailar.
-Me parece bien, todavía son las dos y media, me quedan 9 cigarros, medio malibú y 47 minutos más de borrachera.

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