viernes, 20 de marzo de 2009

Itaca.

Los últimos calores del verano golpean con fuerza sobre la ciudad. El verano se despide con los espasmos de un sol agotado y el calor se hace insoportable. El cemento de la calle hace que todo se vea más sucio de lo acostumbrado. ¡Ah! maldita zapatilla rota, cómo me molesta y este calor... Quién iba a pensar que tener 10 asignaturas fuera tan difícil, la llegada del viernes ahora significa que por fin voy a descansar por lo menos por una tarde.
Estoy creyendo que en los viernes todo se deja de lado. La micro cada vez más sucia y el olor de la gente que se esparce como una endemoniada niebla espesa y de color piel. 20% de la gente duerme en la micro producto del calor y de las últimas fuerzas agotadas del último día de la semana. El sol entra descaradamente por entre las cortinas y nos fríe a todos la cabeza, a todos nosotros apretujados como vacunos que van al matadero, como sardinas en lata, como la gente un viernes en los pub que están cerca de la universidad. A mí se me ocurre volverme a la hora "peak" (pic, pik, piak, peeak, peaak o como diablos se escriba), , como si tuviera otra opción. A estas horas el bolso lleno de cuadernos pesa más que mis ojos a las siete de la mañana cuando tengo que levantarme y decirme: allá vamos otra vez. La señora que está al lado mío me mira con su cara de vieja bruja, no es mi culpa que hoy no me haya alcanzado a peinar, la niña que viene con el pelo mojado es mi salvación porque aún conserva un agudo olor a shampoo (en otra ocasión me hubiese desagradado ese aroma que de a poco se esparce formando una mezcla extraña).
Y entre otros: ¡Maldito resfriado!
Repito Heroin en el pen-drive sólo para llegar a esa parte en que Lou Reed se ríe y canta: because a mainer to my vein... o esa parte en que le sale la voz rasposa y canta: and thank God that I just don't care, sólo para eso.
"Intolerante y escapista de las responsabilidades", me dijo un amigo en la mañana. Lo siento, pero no soporto el colón irritable este año, prefiero quedarme largo rato oliendo las florecillas blancas y con forma de estrella que perfuman el horrible y pegajoso olor de la ciudad a segundos. No quiero aprender a manejar y no quiero pensar en nada más que en qué consiste todo este asunto apocalíptico que nace cuando se comienza a leer surrealismo y teatro absurdo y algún otro tipo de autor friki.
Yo no sé porque esa camisa azul me hace pensar que he recordado que soy infeliz, yo no sé porque esas zapatillas blancas me hacen sentir como si estuviese gritando desde el fondo de un pozo, en un día de verano, el más caluroso y allá lejos: las florecitas en forma de estrella que nunca pude alcanzar para cortarlas, mejor así, las estrellas son lo único que debe permanecer sin ser tocado por los dedos humanos.
Y estás ahí otra vez con tu sonrisa y te ríes otra vez de una broma que no entiendo. Me he quedado atrás por mucho, pero he dado mil pasos más que tú, ahora estamos tan lejos que nuestros cordones umbilicales se han roto y sólo ha quedado el rastro de lo que se quiere dejar atrás, como los miles de carteles de: reduzca su velocidad que pasan por la carretera. ¡Atrás, atrás! ¡Lejos, lejos! Los poemas lo dicen, las canciones... Desterrar memorias es mi hobby favorito, tener ritos para levantarme es la peor molestia porque se me desconfigura la cabeza y se me revuelve todo y todo vuelve a mí como un elástico que dejé estirar y estirar y que ahora se devuelve y me pega magistralmente en el ojo. Ouch! duele pensarlo.
Duele pensarlo.
Los gritos, los pitazos, la verborrea, la hemorragia sentimental, la menstruación de un pasado que no ha guardado ningún vigor en su útero, un eco, como un eco de líquido rojo que se esparce espeso en tus formas, de a poco, te borras, te caes, eres una madeja de trazos indescifrables y yo soy bajo los árboles del parque, con la lluvia en la cara, con los labios blancos, con los ojos en otro tiempo, otro tiempo, una mueca repugnante, un silencio....
-Hola, muñeca, tai rica, ah?
-Y porqué no vai a decirle eso a tu hija? hijoputa (eso último prefiero guardármelo).
Justo iba a llegar a esa parte en que ya no volveré, no, yo lo sabía y-
En qué iba, en qué iba? ah! aquí está otra vez, mi casa, los viejos borrachos, el vendedor de quesillos que se viste de vaquero, los perros vagabundos que aullan al paso del tren, los viejitos que se asoman a la ventana, esperando, siempre esperando a la huesa, a los recuerdos, a que acabe el día, a que comience pronto ayer y mañana, y cada día y el cielo de Talcahuano que se destiñe de a poco, de a poco, cada día, pronto, que espero por el otoño, por el frío, por un sorbo prohibido de poesía, que todos esperamos lo que no sale en el diccionario de la R.A.E., lo que las noticias no reportan, lo que los libros ocultan, lo que se jeroglífica en las películas de cine arte, lo que late en nuestros pescuezos con la llegada de un sólo soplo frío, con el sonido de la lluvia que cae en los tejados, los maullidos de los gatos en Agosto, lo que se disfraza entre los olores de la infancia, el concepto, la materia, el espíritu, la magia, el átomo, el beso, el sudor, el miedo, el miedo, la esperanza oculta en un tren del andén desterrado en el desierto de la conciencia, un escalofrío que rompe los huesos, ensancha las pupilas, activa el reloj y la adrenalina de que hoy no volverá, pero la mañana vendrá de modo silencioso a entregarme, entregarnos un nuevo puzzle, una pieza del rompecabezas, el vientre del sol que me acoge ahora, en que sé que el tiempo todo lo limpia y que nada puedo hacer, en la noche que me limpia la conciencia para volver a intentarlo, para volver a vivir por encontrar la razón para vivir o el sentimiento, quiero ver, quiero ver lo que quiero ver otra vez, aunque me hayas fallado, aunque me hayan fallado, aunque me haya fallado a mí misma, no me quiten la imaginación ni los sueños, aún quiero volver a comenzar.

1 comentario:

the nOIz boy dijo...

¡Hola! :)
Me ha gustado mucho tu texto.
En verdad me ha hecho reir, y pensar en esos días en los que ir a la escuela a "aprender" era tan cansados. Pero ¿sabes? para sentirse descansado hay que cansarse primero. Por ello creo que son buenos esos días, en los que uno ni siquiera tiene la energía para cargar con su propia sombra.
Lo bueno del trabajo pesado, es el descanso que viene.
Y bueno... creo que esta vez el texto es muy cítrico y muy crítico, y eso es algo que no conocía de ti. Me ha gustado muchísimo leerte y ,¡gracias! por compartir tu cansancio a través del texto.
Ciao!!!